Es importante que los niños tengan una buena rutina para favorecer un mejor descanso. Al igual que los adultos, tener unos hábitos hacen que el cuerpo se adapte y sea más fácil conciliar el suño. Además es muy importante para el estado anímico del niño.
Las necesidades de sueño van a variar tanto del propio niño como de la edad de este, por ello son los padres los que deben determinar qué método es mejor para su hijo.
En función de los hábitos que establezcamos algunos niños se dormiran al contarles un cuento, cantarles una nana, rascarles la espalda o simplemente debido al cansancio.
Los bebés suelen dormirse cuando están cansados, no obstante alguns lloran y en este caso lo mejor es intentar que se quede en la cama y salir de la habitación sin hacer ruido, si el bebé entonces sigue llorando se intentará calmar y ayudarlo a dormir con otros métodos como un chupete o una nana. Esto también dependerá mucho del caracter de cada niño.
En la etapa preescolar (1-2 años) puede ser que les guste más jugar que dormir y para ello debemos intentar calmarlos jugando con su imaginación, es decir, cantandoles una nana o contándoles una historia calmadamente. En la etapa escolar el sueño ya estará mucho más establecido.
A partir de los 3-4 meses se recomienda que empiecen a dormir solos y si no fuese posible, entonces se deben al menos marcar la diferencia entre el espacio del niño y la zona donde duermen los padres.
También es imporante mantener una buena temperatura y unas sábanas adecuadas a la época del año. Por otra parte, respetaremos las necesidades de cada niño ya que algunos se sienten más seguros durmiendo con alguna luz, un chupete, un peluche, una mantita, etc.
Por último, las siestas son muy imporantes hasta los 4 o 5 años de vida ya que reducen sensaciones de ansiedad, hiperactividad y ayudan a asimilar mejor lo aprendido. En estas edades una rutina y descanso diurno es tan imporante como el nocturno.
BIBLIOGRAFÍA
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